Monthly Archives: April 2020

The Corona Diaries – Essential

4/27/20 – 153,204 cases, 16,673 deaths (69% confirmed)

A sign at a deli that reads "Physical Distancing" and has two people separated by an alligator. At the bottom it reads "Keep 1 Alligator" apart.
The scavenger hunt came down to who had the biggest pile of dirty laundry
I emptied our hamper onto the floor and
tried to stack all that is dirty tall
But victory went to Scott’s tower of soiled socks and Pittsburgh tees
in his 5th floor walkup in Chinatown
Even our hand-woven rug of Machiavelli
Couldn’t spare us from 3rd place.
It was a great way to turn 35

Ediberto’s restaurant called
With a fairy godmother offer to transform him into an essential
the chef promised daily temperature checks
but nobody would be wearing masks
as they seared the skirt steak and doused shrimp in adobo sauce
 
nah, he said.
that’s ok, bruja
I’d rather be safe than essential for now
 
At any other point in history
Enslaved hands would have been washing my clothes
And putting food on my table
Nowadays they paint it as free choice and perfect efficiency
But where’s the freedom in looming bills and empty fridges?
 
what does it mean for me to send a black woman
into Costco
at times like these?
Wending amongst the masked
Rolling the dice as she pulls cashews and olive oil from the shelves?
 
Meanwhile people drink bleach
Spitting enraged demands for golf and hair cuts
Meanwhile the harm trods down the well worn paths
And immigrants die in their beds
 
Meanwhile Ediberto teaches me the words to stick on spring
Bird (peach)
earth (chotch)
flower (b’eck)
branch (t’ze)
“I love you as a son” comes out “rinse your mouth”
En-jua-ja-taye san(g) n'cual(e)
But I think he gets it anyways

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Los diarios corona: el epicentro del epicentro

4/16/20 – 117,565 casos, 30,903 hospitalizados, 11,477 muertes (65% confirmados)

Notas – uso la letra “x” para escribir de una forma neutra de género, por ejemplo, escribo “algunxs” cuando estoy refiriendo a un grupo de personas en vez de algunos/ algunas. También el castellano es mi segunda idioma – perdón por los errores.

La ciudad de Nueva York tuvo su primer caso confirmado de Covid-19 el lunes 2 de marzo, 2020.  Ese mismo día fue el “día del cabello loco” en la secundaria de Franklin Delano Roosevelt (FDR) en Borough Park, Brooklyn, donde nuestro hijo de crianza, Ediberto, cursa el grado 11 y mi hermana, Sarah, es profesora de inglés.  Aquel día Ediberto cubrió su cabello con su gorra blanca de siempre y fue a la escuela con sus zapatillas deportivas rojas como normalmente lo hace, decidiendo no participar en la actividad escolar.  Diez días después, el 12 de marzo, en el “día de calcetín loco” en que Ediberto tampoco participó, el contagio del virus había alcanzado los 95 casos, y la primera victima mortal. Nuestro alcalde declaró el estado de emergencia, y fue cuando yo empecé a aislarme en casa. Eso fue tres días antes del cierre de las escuelas públicas, y fue cuando la ciudad de San Francisco declaró su cierre de emergencia.

Transcurrieron ocho días y Nueva York declaró su propio cierre de emergencia el domingo 22 de marzo, un día antes del “día de pijama” de FDR (con instrucciones explícitas prohibiendo las blusas cortas y la ropa transparente).  Aunque nadie estaba en la escuela, si lograron celebrar el día de pijama.  Fue el primer día de la escuela remota para los 1.1 millones de estudiantes públicos, y una gran porción de los que sí lograron conectarse asistieron a sus clases en su ropa de dormir. 

Ese primer día, me senté con Ediberto para ayudarle a adaptarse a la nueva realidad “virtual” de sus clases sin ir a la escuela.  Navegamos los códigos erróneos, los correos electrónicos duplicados, los profesores confundidos, y eventualmente logramos conectarnos con todas las clases.  No todxs fueron tan afortunadxs, en algunos de sus clases solo se conectaron apenas el 20% de los estudiantes esa primera semana, mayormente estudiantes inmigrantes.  La ciudad empezó a proveer comida y, supuestamente, aparatos, pero todo fue muy lento.

Esa misma semana nombramos los cuartos de nuestro apartamento en honor al movimiento de liberación afroamericano de Estados Unidos. Nuestra habitación donde hago mis video llamadas es la Sala de Conferencias Martin Luther King Jr. Carlos trabaja en sus contratos en el Espacio de Coworking Malcolm X, y Ediberto se conecta a sus clases en el Salón de Ella Jo Baker, también conocido como nuestro comedor. Los tres nos turnamos preparando las comidas en la Cocina del Programa de Desayuno de las Panteras Negras (gracias a Sarah por ese último).

Esa fue la misma semana que los hospitales empezaron a estar abrumados por los pacientes afectados. El 3/25 llegábamos a casi 17,000 casos y 480 muertos.  Las conferencias de padre y profesor de esa semana fueron canceladas.

En abril llegamos a ser el epicentro del epicentro de la pandemia global más grave en un siglo.  Hoy estamos a más de 117,000 casos, 30,000 hospitalizados, y probablemente 11,000 muertes.  El 33.5% de los muertos son Latinx, y el 27.5% son afroamericanxs – las comunidades de color están sufriendo de manera desproporcionada en esta crisis. Los hospitales son abrumados con pacientes. Los trabajadores esenciales desde las enfermeras y los doctores hasta los cajeros de los supermercados, los conductores del tren, y los trabajadores de los almacenes de Amazon, están arriesgando sus vidas sin la protección adecuada para mantenernos a flote a todxs.  Miles están desempleadxs y sin ingresos, sin seguro médico, y muchxs no pueden recibir ningún apoyo del gobierno.

Nuestros restaurantes favoritos han cerrado, aunque técnicamente podrían estar abiertos para entrega a domicilio. La taquería más famosa de nuestro barrio, Tacos el Bronco, cerró de la noche a la mañana; solo sabemos que su teléfono timbra sin contestar. La tienda vietnamita donde compramos sándwiches Banh-mi está cerrada, junto con el 98% de las empresas en la 8va avenida, el corazón del barrio chino de Brooklyn. Salimos en búsqueda de té verde, pero solo encontramos un muro de verjas retractiles, cada uno con un letrero pegado frente a sus puertas, como un poema triste a la pandemia. Me dolió el alma ver tantas caras vacías.

Pero no todo está mal. Estamos cocinando un montón, comiendo juntxs, viajando menos, como cuando viví en Nicaragua. Como no está trabajando en el restaurante, Ediberto ya tiene tiempo libre en sus fines de semana por primera vez; me está enseñando a hablar su segunda idioma, Mam, y a patear a un balón de futbol tan alto que parece volar. Celebramos pascua judía a distancia; el espíritu de Elijah tuvo muchas sillas donde sentarse.  Hacemos filas en la acera, llevamos máscaras, llevamos comida a vecinxs encerradxs. A las 7pm salgo a aplaudir y gritar con mis vecinos en honor a los trabajadores esenciales. Se siente rico gritar hasta los dientes con boca abierta hacía el cielo. Todo con el aullido constante de las ambulancias al fondo.

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